Escucho (sorprendido) a alguien decir que los domingos no están tan mal. ¿Soy el único que odia este maldito homenaje al tedio? Sin ánimo de romper lanzas en favor del lunes, que no merece ni mi simpatía ni mis madrugones (y se los doy, date cuenta si soy buena gente), la verdad es que nada supera el tinte gris del séptimo de los días, con su inminencia de otro maratón de maratones.
De un tiempo a esta parte he empezado a verlo distinto, porque la abrumadora rutina universitaria está manchando de domingo mis semanas y, si no fuera porque reconozco en mí a un animal social, temería contagiarme del espíritu triste de las tardes de esta eterna víspera.
El Señor descansó. Yo simplemente me aburro.
P.D.: Estos me lo hacen más ameno...
domingo, marzo 26, 2006
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