Entró por fin un día y rodeó mi posición. Oí su voz a mis espaldas, y manejé con calma cada golpe de su eco en mi memoria, esperando, guardándome el momento de mirarla con esta nueva pieza del puzle en las manos. Cuando acabó, sentí sus pasos acercarse a la salida. Pasaron unos segundos, y empecé a preguntarme nervioso por qué no la tenía ya enfrente. La voz de su amiga sonó un par de metros a mi izquierda:
- ¿Vamos?
- ...
- ¿Qué miras?
- Me gusta ese maniquí.
2 comentarios:
me encanta jorge :) un saludo
Aida
Me encantan estas lineas: "Llevaba días inventándome la vida, así que todo parecía siempre nuevo. Ella tenía el aire amable de todas las cosas reales, el viento que sopla del otro lado del cristal." :)
Publicar un comentario