jueves, abril 08, 2010

Con la mano en el corazón (y el corazón en la mano)

Estamos aburridos. Así nace la vanguardia: manipulamos el orden de la vida y sus signos, con la esperanza de que aquí o allá un color, una palabra, un rastro de notas arbitrario brille más cálido entre el desorden gris que lo rodea. Anhelamos conmovernos con lo inusual porque la armonía ha agotado sus formas, y ya nada ordinario nos parece bello.

Pero quien aprecia la belleza de lo básico acepta también el orden del mundo. Nos asusta el honesto (y lo llamamos simple), porque en su visión aburrida de las cosas, en la larga recta de su vida, el final nunca se pierde de vista. Cuajamos así la nuestra de curvas para ver sólo la siguiente, porque la verdad nos aburre; porque la verdad nos aburre y nos asusta.

5 comentarios:

Jorge dijo...

También estamos confusos, pero eso lo dejamos para otro día.

Archi dijo...

me encanta "de profundis"
a veces las curvas marean...

Tiny dancer dijo...

Lo suyo es encontrar el balance entre las curvas y las líneas rectas, que si no la vida se nos vuelve aburrida, efectivamente, y jamás podríamos ser vanguardistas de nuestra propia existencia. Ahí queda eso.

Tiny dancer dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jorge dijo...

Jajajaja si me esperaba respuesta de alguien, esa era Sara :) Carretera sinuosa, entonces. Deal.

Archi, "de profundis" es genial, completamente de acuerdo.