sábado, agosto 01, 2009

La doble dirección (II)

Me he pasado la vida contándole a quien quiera escucharme cómo se forman los recuerdos. Es sencillo y peligroso. Divertido. Tan fácil como dejar la puerta abierta y no mirar mientras se escapa lo que piensas, seguir hablando y sentir cómo se filtra la verdad en lo que dices. Las historias que cuento de Ella son reales, por qué no. Se mueven en mi imaginación como en sus ojos. A mí me arrastran igual. A Ella la dibujan tal y como siempre fue conmigo.



Un día, después de semanas sin verla, me llamaba desde la calle. Yo me asomaba a la ventana baja de aquel edificio ruinoso y tranquilizaba a los vecinos. Me miraba siempre con una curiosidad infinita, como si nunca me hubiera visto, casi como si fuera su última oportunidad de verme. Había algo en nuestra historia que la sorprendía, en el hecho de que fuéramos Nosotros y no otras dos personas cualesquiera; nosotros, no ella-y-otro; nosotros, no otra-y-yo. Jugaba durante horas con la idea de esa combinación única, el cruce de caminos con salidas imprevistas, el riesgo incalculable de la doble dirección.

Forzaba esa casualidad de nuestra historia. Se iba, discutía por puro placer, me buscaba en cualquier otra parte y luego volvía con esa curiosidad en los ojos de nuevo, vibrando de entusiasmo al ver que yo seguía allí (algo que, creo, nunca se atrevió a atribuirme a mí y mis sentimientos, quizá por la tentación irresistible de llamarlo Destino), fascinada por el hecho de que realmente algo encajaba demasiado bien entre nosotros.

Creo que, a su extraña manera, se ha pasado la vida intentando entenderme.

2 comentarios:

dijo...

:)

"Había algo en nuestra historia que la sorprendía, en el hecho de que fuéramos Nosotros y no otras dos personas cualesquiera; nosotros, no ella-y-otro; nosotros, no otra-y-yo."

me encanta

Jorge dijo...

Es que creo que eso es cierto para muchas historias, y la gente no se da cuenta. Es lo que las hace únicas, el hecho de que sea esa combinación y no otra, que es siempre posible pero no sucede porque, por alguna feliz casualidad (casualidad, esfuerzo, fe, llámalo X), un Nosotros es un A pesar de todo.

Eso Ella lo sabe :)