Hoy iba caminando por Candás con mis padres y unos amigos suyos. Pasó un chaval que vendía cinturones y demás, cargado con la mercancía, y se puso a hablar con la mujer que nos acompañaba. Por la conversación deduje que se conocían bien, y la verdad es que el tío me cayó bien de primeras, una de estas personas que al hablar tiene algún tipo de transparencia extraña y admirable. Como comerciante le honró mucho distinguir el ámbito profesional del personal (cosa con la que la gente suele tener problemas), y aunque hablamos de lo jodido que está vender nada en estos días, en ningún momento aprovechó para intentar colocarnos algo de lo que tenía por allí.

Cuando seguimos caminando, le pregunté a la señora: "Lo conoces de hace tiempo, ¿no?" Me dijo que sí, que siempre está en Candás, y que como al fin y al cabo la villa es pequeña, él conoce a todo el mundo. Luego comentó, riéndose, que cuando está su cuñado no puede pararse a hablar con el chaval, porque ya sabes, con el odio que les tiene... Yo puse cara de circunstancias, y dije: "¿A los negros?" "¡Uf! -me responde- A los neeegros, a los moooros, a los chiinos... Empieza: es que putos negros, joder..." Después de citar al retrasado de su cuñado, puso los ojos en blanco con una sonrisa dibujada en el gesto condescendiente. Pobrecito, pensaría ella (supongo), él es así.
Y así seguimos. En un país en el que ser un subnormal retrógrado y racista es algo disculpable, una falta menor, un rasgo de carácter. Somos cojonudos.
2 comentarios:
- oye esta por ahi carlos goñi?
- no
- no?
- no
amaro.
xDDD Sí, un poco.
"y cuando el chaval recoje sus telas piensa que hay más fieras aquí que en la selva"... menudo mongol. Demagoñi.
Amarotequeremos.
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